jueves, 4 de octubre de 2012

El Banco Mundial y la educación

Con motivo de la publicación del informe del Banco Mundial, Mejores empleos en Panamá, se presenta la oportunidad para realizar una revisión a fondo de las políticas educativas del país. En primer lugar es urgente “sectorizar” la educación para darle a todos los jóvenes oportunidades de asistir a escuelas y colegios en sus propios barrios. En segundo lugar, hay que poner fin a las políticas de austeridad e incrementar el presupuesto educativo para que refleje el aumento del PIB. Significaría construir colegios y escuelas en “Panamá Este”, “Panamá Oeste” y San Miguelito. Además, mejorar los salarios miserables de los educadores. En tercer lugar, urge redefinir las propuestas del Ministerio de Educación dirigidas hacia el sistema llamado “público privado” que pretende reducir aún más las oportunidades de educación de la juventud panameña. Todo indica que el Banco Mundial no apoya la transformación del sistema educativo nacional en un “mercado persa” subvencionado por el Estado.
El Banco Mundial publicó el documento Mejores empleos en Panamá en junio de 2012 destacando el fuerte crecimiento de la economía panameña en el último lustro. “Sin embargo, agrega el informe, el fuerte crecimiento económico generó pocas mejoras para los pobres que habitan las áreas rurales y, en particular, para los grupos indígenas”. El Banco Mundial señala, además, que “la disminución de la tasa de pobreza ha sido modesta y la pobreza extrema aún se sitúa en torno al 15 por ciento” de la población. Para rematar, la institución con sede en Washington, indica que “el país mantiene una de las tasas más elevadas de desigualdad de la región y del mundo”.
Con una mano la institución financiera más influyente en el plano internacional otorga y con la otra le resta importancia a los avances financieros de Panamá. Entre 2001 y 2011, Panamá dobló su producto interno bruto (PIB)”. El Banco Mundial destaca que ese crecimiento se concentró en las actividades relacionadas con el comercio marítimo (Canal de Panamá, puertos y seguros), la banca (actividades especulativas) y la construcción. Admite que el sector agropecuario y la industria se estancaron. No considera que esta falla estructural de la economía panameña constituya un problema ya que forma parte del plan establecido por los gobiernos del país por casi 20 años.
La primera sección del informe presenta las tendencias en el mercado laboral entre 2001 y 2011 y su relación con el crecimiento del PIB. En la segunda sección evalúa las habilidades de la fuerza laboral y el desempeño del sistema educativo. La tercera sección presenta el sistema de protección social. El Banco se siente satisfecho con los logros alcanzados. Considera que el incremento del trabajo informal y el trabajo precario contribuye a flexibilizar el mercado laboral pero al mismo tiempo tiende a incrementar el nivel de los salarios. No toma en cuenta, empero, que son salarios correspondientes a trabajo precario. Es decir, son empleos mal renumerados que no cuentan con estabilidad ni tampoco seguridad social.
Una parte importante del informe lo dedica al análisis de la relación entre la productividad del trabajo y la educación. Señala que la productividad del trabajo es muy baja en Panamá. En este punto hace una salvedad señalando que el país ha hecho grandes progresos en el campo de la educación... en los últimos 50 años. Es decir, al final del período dominado por los desarrollistas liberales y durante los gobiernos militares. Agrega que la tendencia hacia una mayor desigualdad social promovida por las políticas actuales no contribuyen a la promoción de una fuerza de trabajo más productiva.
Según el Banco Mundial, “mejorar la calidad de la educación requerirá reducir la desigualdad en la provisión de servicio educativo entre ricos y pobres así como mejoras en los sistemas de gobernanza y rendición de cuentas”. La crítica del Banco no sólo se refiere al actual gobierno. También está dirigido a los gobiernos anteriores que aplicaron políticas de ajuste y austeridad en el campo de la educación. Mientras que el PIB se duplicó en la última década, el presupuesto en educación apenas ha crecido.
“Panamá enfrenta todavía el desafío de lograr una educación secundaria universal y mejorar la calidad general de su sistema educativo para impulsar la productividad de su fuerza laboral”, señala el informe. “La desigualdad en el logro educativo constituye un desafío adicional, ya que la diferencia en años de educación entre los panameños más y menos educados, asociada con las condiciones socioeconómicas, se mantiene en aproximadamente 6 años de educación”. Es decir, la diferencia de clase social en Panamá constituye una barrera infranqueable para que los jóvenes de menos recursos puedan lograr mejorar su condición social mediante la educación.
Según el Banco Mundial “las escuelas (panameñas) que atienden estudiantes pobres tienden a registrar una infraestructura deficiente y docentes insatisfechos”. Hay indicios, apunta el informe, que en “los segmentos más pobres de la población hay menos interés en la educación que en otros grupos económicos”. ¿Será que las políticas neoliberales están desincentivando a los jóvenes panameños en sus estudios? Además, el informe señala que no es recomendable permitir que  las diferencias entre las escuelas públicas y las privadas sigan aumentando.
4 de octubre de 2012.

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